martes, 18 de noviembre de 2008

El objeto encontrado de Antonio Pérez

Antonio Pérez es un cazador de instantes, un peatón de Cuenca y del mundo que posee una mirada única, especialmente adiestrada para detectar aquellos objetos que merecen incorporarse a su ronda. Que sabe mirar una pieza metálica industrial y detectar en ella un torso, escrutar una piedra y hacer surgir en ella un rostro, contemplar una rama como un Miró o una lata de cerveza oxidada como un símbolo tántrico.
Objeto y surrealismo son dos palabras que a la fuerza hay que relacionar, en este siglo, y en este sentido está claro que aunque no sea esa la única poética aquí en juego, los objetos de Antonio Pérez se inscriben en la tradición dadá y surrealista de los de Marcel Mariën, Joan Brossa o Marcel Broodthaers, por citar tan sólo a unos cuantos de los cultivadores de esta disciplina.
Los de Antonio Pérez son siempre ready mades, objets trouvés -aunque mucho más tiernos que los duchampianos-, objetos encontrados en el transcurso de alguna caminata, ya sea por Cuenca y sus alrededores, ya sea por alguna otra ciudad. Generalmente se limita a recogerlos él mismo, y añadirles un título, que viene a subrayar en clave irónica, algún posible parentesco con otra realidad, o si viene a cuento con una obra de arte preexistente. Tampoco faltan casos en los cuales va un poco más allá, y se permite una intervención mínima, consistente en yuxtaponer dos o más objetos, estableciendo en base a esa yuxtaposición, una nueva realidad.

La divina cotidianeidad

Qué le vamos a hacer, nunca serás un poeta
..
En cuanto a las alosas tomen el campo de centeno por un campo de chimeneas
Tal vez alguien se acerque a segar el arpa negra
Eso espero
Cosecharía un gran poema.



Estos versos de Krestny list, el primer libro de poemas de Jirí Kolár escrito en 1936 por un autor todavía joven, lleno de dudas sobre sí mismo, prefiguran todo lo que después cautivará e interesará al poeta y al artista, aquello por lo que nunca dejará de esforzarse: descubrir y sacar a la luz la poesía de la vida cotidiana.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Realms of the Unreal

Darger’s imagery, when it details mayhem and sometimes the lurid mistreatment of little girls, can be distressing. An observer characterized a picture in a sunny landscape in which images of children, exotic flowers, butterflies and exploding bombs were joined as “being like Beirut.” The only possible response in such instances is that art, being often fashioned from artists’ obsessions, is rarely a vehicle for the description of perfection: Darger created art from the visions available to him.
Viewers are also perplexed by the clearly androgynous anatomy of Darger’s nymphettes, curiously enough a trait never in evidence among the seven angelic Vivian girls. It is not possible to fathom the causes or intricacies of Darger’s fantasies, but it should be said that his public behavior appears to have been without blemish. A saintly man who frequently attended Mass, Darger saw himself as the ardent protector of children. He could, therefore, in his words and images, subject his creatures to terrible trials from which it was in his power to rescue them. The wars, fires and tempests that form the context of his art undoubtedly reflect an unconscious conflict that seems to have given him little respite. God was Darger’s protagonist and consequently the conflict could be nothing less than cosmic. This poignant struggle is extensively documented in the artist’s diaries, which record by turns his pleading and rancorous exchanges with the Creator. If Darger’s fantasies often hovered on the fringes of sanity, his art enabled him to transform his obsessions into a luminous production that, in its best moments, transcends the pain and circumstances of its making.

Darger, los reinos de lo irreal

Henry Darger (1892-1973) creó su obra en un aislamiento total y en ella invirtió toda su vida. Se reconocía como artista y escritor, pero jamás buscó público o un editor. Se crió en un orfanato católico para niños deficientes mentales, tras la muerte de su madre durante el parto de su hermana, a la que nunca conoció.
Darger escapó de aquel hospicio a los dieciséis años, pero al descubrir que su padre había muerto tres años antes, debió mantenerse desempeñando trabajos manuales, como haría durante los siguientes 50 años. Su vida empieza entonces a tomar un patrón fijo: asiste regularmente a misa, a veces hasta cinco veces al día; recolectaba ingentes cantidades de basura de la calle y se relacionaba con poca gente.
Su único amigo conocido, William Shloder, compartía con Darger el proyecto de fundar una Sociedad Protectora de los Niños, sin embargo Shloder dejaría Chicago a mediados de los treinta.
La vida real de Darger es trágica, llena de contradicciones y frustraciones intelectuales y emocionales. Empezó su gran obra In the Realms of the Unreal a los 19 años y la continuó durante 63 años, prácticamente hasta su muerte. El proyecto de Darger sobrepasó todos los límites de lo razonable y se materializó en un obra mecanografiada de 14.283 páginas, agrupadas en 13 volúmenes, llena de collage, dibujos y cientos de descripciones y anexos.

El checo Jirí Kolár, un artista total

Jirí Kolár nació 24 de septiembre de 1914 en la ciudad checa de Protivín en Bohemia del sur. Empezó a trabajar como carpintero y durante su vida ejerció varias profesiones. Su carrera artística la empezó en los años 30 escribiendo poemas surrealistas y haciendo collages. Junto con otros artistas checos fundó el legendario grupo surrealista D42. Bajo el régimen comunista no pudo publicar sus libros, en el ano 1952 incluso fue encarcelado por el contenido de uno de sus textos.
En los años 60 el escritor perdió su fe en el significado de las palabras y se dedicó por completo a las artes plásticas. Según él, las palabras y los pensamientos que derivan en palabras perdieron toda su fuerza y su función primordial. Entre sus obras más famosas podemos citar la colección en que expresa su admiración por los maestros antiguos. Cortó en pequeños trozos las reproducciones de obras antiguas que después combinó en collages expresando así su humor y sentimiento poético.
Jirí Kolár no destacó solamente como pintor o poeta, sino también como coleccionista. Su colección que contaba con autores de varios estilos y épocas así como de varios países recientemente la donó a la Fundación de Meda Mládková y actualmente se exhibe en Praga.
Jirí Kolár fue signatario de Carta 77, declaración que condenaba la violación de los derechos humanos en la entonces Checoslovaquia comunista. En 1980 se vio obligado a emigrar a París. Con respecto a ello afirmó: "El ámbito checo es muy pequeño para muchos artistas checos debido a su insoportable intolerancia".
Siempre le gustó Praga, pero según repitió en más de una oportunidad en París se sentía feliz. Hasta el final apuntó: "Si tuviera las piernas sanas me iría a Paris a pie". Fuente: Taller del Prado

 
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